En ocasiones existen empresas en las que no es la propia empresa la que rechaza la introducción de innovaciones, sino que es el personal el que cuando la empresa trata de incorporar una nueva metodología para la evaluación del desempeño, hasta ingresar en un proceso de certificación en normas de calidad suele verlo como algo que viene a sumarse a la larga lista de tareas y responsabilidades que tienen que hacer y por lo tanto causa molestias, frustración y agobio, que muchas veces llevan a los colaboradores a participar  de las nuevas propuestas por obligación o porque hay que cumplir con un trámite que ha sido impuesto desde las altas esferas y no necesariamente desde una posición de compromiso, proactividad y trabajo en equipo, como debería ser.

Así lo que se consigue es que tanto empresario como trabajadores se autoculpan por la falta de motivación y participación positiva ante las nuevas medidas.

En ocasiones los trabajadores alegan que las nuevas metodologías que se intentan implantar tienen baja efectividad o cualquier otra cosa.
Por lo tanto la empresa tiene que tomar en cuenta una serie de cuestiones para que el impacto en el personal sea el menor posible para así poder alcanzar resultados positivos que apunten a modificar de manera importante y positiva los niveles de productividad de la empresa así como el mantenimiento del clima laboral dentro de la organización.
Esto se consigue mediante la dedicación del tiempo y recursos necesarios en realizar una tarea de educación al personal, respecto a los nuevos cambios o propuestas que se quieren implementar.
La forma más radical de hacerlo es implementándola directamente sin antes educar a la gente acerca de lo nuevo que se quiere hacer, obviamente, eso es un grave error.
Educar a la gente acerca de una nueva propuesta, cualquiera sea esta, implica responderse a las siguientes preguntas y transmitir las respuestas que se generen de las mismas, a todo el personal.
¿Qué vamos a hacer? ¿Para qué vamos a hacer esto? ¿Cómo se relaciona con los objetivos, estrategias, políticas y valores de la organización? ¿Para qué nos va a servir? ¿Cuáles son los beneficios que me va a aportar tanto individual como colectivamente? ¿Cómo funciona y qué debo hacer? ¿Cómo me voy a dar cuenta de que está funcionando? ¿A quién debo acudir para recibir guía, asesoramiento y retroalimentación? ¿En qué otras empresas, ciudades, países se está aplicando esto y cuáles son los resultados que se están produciendo?
Responder a todas estas preguntas aumenta las probabilidades de fracaso y por lo tanto de que se alcancen los objetivos que llevaron en un inicio a querer implementar una nueva metodología, tecnología, o sistema de calidad.

La mejor manera es hacer que la gente que trabaja en una organización se involucre y comprometa con los cambios y propuestas nuevas desde una posición de acuerdos en los que ellos también están involucrados participando antes que meras imposiciones a las cuales tienen que sujetarse. Por lo tanto, que ellos se vean involucrados en esos cambios y puedan opinar acerca de ellos, es lo más importante para poder triunfar con la implantación de las nuevas metodologías.

(Fuente: conclusiones propias sobre un artículo de http://www.revistalideres.ec)